miércoles, 27 de julio de 2011

¿Quién fue Antonio Abraham Zinny?


Antonio Abraham Zinny nació en Gibraltar en el mes de octubre de 1821 y falleció en Buenos Aires en septiembre de 1890; fue abogado, periodista e historiador, especialmente destacado como cronista del periodismo de la primera mitad del siglo XX y por la Historia de los Gobernadores de las Provincias Argentinas, primer intento serio de historiar por separado la historia de las provincias de la Argentina.

Estudió derecho en España y se trasladó a en 1842 Buenos Aires, donde completó sus estudios y se doctoró en jurisprudencia en la Universidad de Buenos Aires. Durante algún tiempo fue docente en esa Universidad.

Se trasladó a la ciudad de Corrientes, donde fundó el Colegio Argentino. También trabajó de corresponsal de los diarios La Tribuna, El Nacional y La Nación. Curiosamente, eran diarios políticamente enfrentados.

De regreso en Buenos Aires organizó el archivo de relaciones exteriores y más tarde haría lo mismo con el archivo municipal de Buenos Aires. Eso lo puso en contacto con la historia. Durante el período del gobernador Adolfo Alsina fue inspector general de escuelas de la Provincia de Buenos Aires, es decir, cumplía las tareas de un ministro de educación. Con Luis José de la Peña, Dardo Rocha y Eduardo Wilde fundó en Buenos Aires el Colegio de Mayo.

Se destacó por haber escrito varios libros de historia, de los cuales el más conocido es "Historia de los Gobernadores de las Provincias Argentinas". En éste utilizaba un especial modo de abordar simultáneamente la historia de todas las provincias, desde la conquista hasta alrededor de 1880, por separado y en una sola obra. Para casi todas las provincias argentinas, era el primer libro de historia provincial.

Su punto de vista era liberal, y por ende, ultra-porteño y fanáticamente unitario. Para defender esa posición en una época signada por la Constitución Argentina de 1853, de inspiración federal, tildaba a todos los líderes federales de "seudo-federales", sin discernir entre las distintas vertientes del federalismo rioplatense.

Otra de sus obras clave fue "Efemeridología argirometropolitana hasta la caída del gobierno de Rosas", en el que reunió toda la información posible sobre todos los periódicos aparecidos en todas las provincias desde la época de los virreyes hasta la caída de Juan Manuel de Rosas. No era una tarea menor, ya que algunos períodos editaron casi un centenar de periódicos y obras sueltas por año, especialmente en la época de Bernardino Rivadavia y en el gobierno de Juan Ramón Balcarce. En otra obra posterior desarrolló el mismo procedimiento para el periodismo de la Banda Oriental y del Uruguay.

Escribió algunos estudios biográficos sueltos o en tomos individuales, reunidos actualmente en un solo tomo con el nombre de "Estudios biográficos". Otras dos obras suyas fueron la "Historia de las Provincias Unidas del Río de la Plata de 1816 a 1818" y "La Gaceta Mercantil de Buenos Aires.

miércoles, 20 de julio de 2011

¡FELIZ DÍA DEL AMIGO!


Abrazo
Un simple abrazo nos enternece el corazón;
nos da la bienvenida y nos hace más llevadera la vida.
Un abrazo es una forma de compartir alegrías
así como también los momentos tristes que se nos presentan.
Es tan solo una manera de decir a nuestros amigos
que los queremos y que nos preocupamos uno por el otro
porque los abrazos fueron hechos para darlos a quienes queremos.
El abrazo es algo grandioso.
Es la manera perfecta para demostrar el amor que sentimos
cuando no conseguimos la palabra justa.
Es maravilloso porque tan sólo un abrazo dado con mucho cariño,
hace sentir bien a quien se lo damos, sin importar el lugar ni el idioma
porque siempre es entendido.
Por estas razones y por muchas más…
hoy te envío mi más cálido abrazo.

domingo, 17 de julio de 2011

En nuestro proyecto sobre "Cuentos Tradicionales" analizamos narraciones, propuestas interactivas y películas desde diversas perspectivas, desarrollando el pensamiento crítico.

¡ES HORA DE QUE LA VERDAD SEA DICHA!

El bosque era mi hogar. Yo vivía allí y me gustaba mucho. Siempre trataba de mantenerlo ordenado y limpio.

Un día soleado, mientras estaba recogiendo las basuras dejadas por unos turistas sentí pasos. Me escondí detrás de un árbol y vi venir una niña vestida en una forma muy divertida: toda de rojo y su cabeza cubierta, como si no quisieran que la vean. Andaba feliz y comenzó a cortar las flores de nuestro bosque, sin pedir permiso a nadie, quizás ni se le ocurrió que estas flores no le pertenecían. Naturalmente, me puse a investigar. Le pregunte quien era, de donde venia, a donde iba, a lo que ella me contesto, cantando y bailando, que iba a casa de su abuelita con una canasta para el almuerzo.

Me pareció una persona honesta, pero estaba en mi bosque cortando flores. De repente, sin ningún remordimiento, mató a un mosquito que volaba libremente, pues también el bosque era para él. Así que decidí darle una lección y enseñarle lo serio que es meterse en el bosque sin anunciarse antes y comenzar a maltratar a sus habitantes.

La dejé seguir su camino y corrí a la casa de la abuelita. Cuando llegue me abrió la puerta una simpática viejecita, le expliqué la situación. Y ella estuvo de acuerdo en que su nieta merecía una lección. La abuelita aceptó permanecer fuera de la vista hasta que yo la llamara y se escondió debajo de la cama.

Cuando llegó la niña la invite a entrar al dormitorio donde yo estaba acostado vestido con la ropa de la abuelita. La niña llegó sonrojada, y me dijo algo desagradable acerca de mis grandes orejas. He sido insultado antes, así que traté de ser amable y le dije que mis grandes orejas eran par oírla mejor.

Ahora bien me agradaba la niña y traté de prestarle atención, pero ella hizo otra observación insultante acerca de mis ojos saltones. Ustedes comprenderán que empecé a sentirme enojado. La niña tenía bonita apariencia pero empezaba a serme antipática. Sin embargo pensé que debía poner la otra mejilla y le dije que mis ojos me ayudaban para verla mejor. Pero su siguiente insulto sí me encolerizo. Siempre he tenido problemas con mis grandes y feos dientes y esa niña hizo un comentario realmente grosero.

Se que debí haberme controlado pero salté de la cama y le gruñí, enseñándole toda mi dentadura y diciéndole que eran así de grande para comerla mejor. Ahora, piensen Uds.: ningún lobo puede comerse a una niña. Todo el mundo lo sabe. Pero esa niña empezó a correr por toda la habitación gritando y yo corría atrás de ella tratando de calmarla. Como tenía puesta la ropa de la abuelita y me molestaba para correr, me la quité pero fue mucho peor. La niña gritó aun más. De repente la puerta se abrió y apareció un leñador con un hacha enorme y afilada. Yo lo mire y comprendí que corría peligro así que salté por la ventana y escapé.

Me gustaría decirles que este es el final del cuento, pero desgraciadamente no es así. La abuelita jamás contó mi parte de la historia y no pasó mucho tiempo sin que se corriera la voz que yo era un lobo malo y peligroso. Todo el mundo comenzó a evitarme.

No se que le pasaría a esa niña antipática y vestida en forma tan rara, pero si les puedo decir que yo nunca pude contar mi versión. Ahora Ustedes ya lo saben.


domingo, 3 de julio de 2011

Don Fresquete

Había una vez un señor todo de nieve. Se llamaba Don Fresquete.
¿Este señor blanco había caído de la luna? –No.
¿Se había escapado de una heladería? –No, no, no.
Simplemente, lo habían fabricado los chicos, durante toda la tarde, poniendo bolita de nieve sobre bolita de nieve.
A las pocas horas, el montón de nieve se había convertido en Don Fresquete.
Y los chicos lo festejaron, bailando a su alrededor. Como hacían mucho escándalo, una abuela se asomó a la puerta para ver qué pasaba.
Y los chicos estaban cantando una canción que decía así:

“Se ha marchado Don Fresquete a volar en barrilete.”

Como todo el mundo sabe, los señores de nieve suelen quedarse quietitos en su lugar.
Como no tienen piernas, no saben caminar ni correr. Pero parece que Don Fresquete resultó ser un señor de nieve muy distinto.
Muy sinvergüenza, sí señor.
A la mañana siguiente, cuando los chicos se levantaron, corrieron a la ventana para decirle buenos días, pero...
¡Don Fresquete había desaparecido!
En el suelo, escrito con un dedo sobre la nieve, había un mensaje que decía:

“Se ha marchado Don Fresquete a volar en barrilete.”

Los chicos miraron hacia arriba y alcanzaron a ver, allá muy lejos, a Don Fresquete que volaba tan campante, prendido de la cola de un barrilete.
De repente parecía un ángel y de repente parecía una nube gorda.
¡Buen viaje, Don Fresquete! 


María Elena Walsh